En este número especial de TSC se presenta una sinopsis de nueve de los 11 trabajos con ungulados presentados en el Simposio Ecología y Conservación de Ungulados en México durante el Congreso Mexicano de Ecología celebrado en noviembre del 2008 en la ciudad de Mérida, Yucatán. De las 11 especies de ungulados silvestres presentes en México (tapir Tapirus bairdii, berrendo Antilocapra americana, bisonte Bison bison, borrego cimarrón Ovis canadensis, wapiti Cervus canadensis, venado temazate rojo Mazama temama, venado temazate café Mazama pandora, venado bura Odocoileus hemionus, venado cola blanca Odocoileus virginianus, pecarí de labios blancos Tayassu pecari y pecarí de collar Pecari tajacu), se presentan trabajos donde se consideran cuatro de estas especies: el tapir y el pecarí de labios blancos especies en peligro de extinción distribuidas en la región tropical, el borrego cimarrón una de las especies de mayor valor cinegético en el noroeste del país y el venado cola blanca la especie de ungulado más estudiada dada su amplia distribución en el país y valor cinegético y cultural que tiene. Además, se presentan dos trabajos con especies exóticas: cerdo asilvestrado (Sus scrofa) y ciervo rojo (Cervus elaphus). Los temas que se abordan en los trabajos son: estimaciones poblacionales, uso de hábitat, evaluación de UMA y ANP para sostener poblaciones mínimas viables, efecto de especies exóticas en áreas protegidas y en UMA, lo cual nos permite tener un panorama en cuanto a la conservación y manejo de ungulados en el país.
Introducción
Los ungulados incluyen a la mayoría de grandes herbívoros en el planeta [1]. Se encuentran en prácticamente todos los biomas y regiones zoogeográficas excepto la Antártida, y la intervención humana ha permitido que muchas especies expandan sus límites de distribución geográfica original. El número de especies en la actualidad varía dependiendo del autor debido a que el concepto de especie es flexible y constantemente se está modificando dependiendo los resultados de las investigaciones taxonómicas y genéticas. La lista más aceptada es la publicada por Wilson y Reeder [2]. De manera general, el Instituto Smithsonian reconoce 257 especies de ungulados modernos. De éstos por lo menos cinco especies han sido extintas en los últimos 300 años debido a la influencia humana, y muchas otras especies se encuentran en situación crítica de conservación [1].
En América existen 34 especies de ungulados lo cual representa el 13.2% de los ungulados a nivel mundial (Apendice 1). De las 34 especies, el 91% pertenecen al orden Artiodáctila y el restante a Perisodáctila. Entre los artiodáctilos destaca la familia Cervidae la cual está representada por 19 especies lo que corresponde al 55.9% de los ungulados americanos. El género Mazama es el más diversificado en Sudamérica con por lo menos siete especies y, sin embargo, es de los menos conocidos [3,4]. Las familias Antilocapridae y Tayassuidae son endémicas a América y están representadas por una y tres especies, respectivamente. Otras familias son Camelidae y Tapiridae, las cuales están representadas en América por dos de las cuatro especies, y tres de las cuatro especies que hay a nivel mundial, respectivamente. Otro aspecto interesante de los ungulados americanos es la casi ausencia de miembros de la familia Bovidae la cual es la más diversificada (137 especies) entre los ungulados, principalmente en Africa y Asia [2]. En contraste, en América esta familia está representada únicamente por cinco especies limitadas a Norteamérica. Un dato interesante es que del total de ungulados americanos, 10 especies están restringidas a la región zoogeográfica neártica, mientras que 22 especies habitan en la región neotropical. Las especies con mayor rango de distribución geográfica en América son el venado cola blanca (Odocoileus virginianus) y el pecarí de collar (Pecari tajacu) las cuales habitan en muy diversos tipos de vegetación en las regiones neártica y neotropical [5,6].
Los análisis moleculares sugieren que la familia Cervidae se originó y radió en Asia central durante el Mioceno Tardío, y que la tribu Odocoileini se dispersó a Norteamérica durante los límites entre el Mioceno y Plioceno, y tuvo una radiación adaptativa en Sudamérica en el Plioceno después de haberse dispersado a través del Istmo de Panamá [7]. De acuerdo con las relación sistemática e historia evolutiva de los venados Neotropicales, por lo menos ocho formas ancestrales de venados invadieron Sudamérica durante el Plioceno Tardío (2.5–3 millones de años), y los venados temazates rojos tuvieron una temprana e independiente diversificación tan pronto como su ancestro arribó dando como resultado un número variado de especies morfológicamente crípticas. Las especies de venados endémicas al Nuevo Mundo pertenecen a dos linajes biogeográficos: el primero agrupa a Odocoileus y Mazama americana y está distribuido en Norte, Centro, y Sudamérica; mientras que el segundo comprende solo a las especies Sudamericanas e incluye a Mazama gouazoubira. Esto implica que el género Mazama no es un taxón válido [3]. Los estudios genéticos revelan altos niveles de divergencia molecular y citogenética entre grupos de especies morfológicamente similares de Mazama, por lo que se sugiere un origen polifilético. En particular, Mazama americana muestra un relación estrecha con Odocoileus lo cual contrasta con lo esperado ya que el haplotipo M. americana de origen Mexicano (ahora Mazama temama), no está asociado con varias secuencias analizadas de Mazama de origen Boliviano. Por otro lado, los Mazama Bolivianos forman un ciado con Pudu puda y Ozotoceros bezoarticus. Asimismo, una secuencia genética de Odocoileus virginianus del área central de Colombia muestra un relación más fuerte con O. heminonus de Norteamérica que con otros O. virginianus de origen Colombiano [8]. Esto puede ser explicado al menos por dos hipótesis. La primera sugiere la existencia de haplotipos ancestrales comunes entre ambas especies; mientras que la segunda sugiere una reiterativa hibridación entre especies de Odocoileus antes de que O. virginianus migrara de Norte América hacia Sudamérica.
Ungulados en México
Los ungulados que se distribuyen en México incluyen 11 especies [9101112131415161718–19], lo cual corresponde al 32.4% y 4.3% de las especies de ungulados en América y en el mundo, respectivamente. Las especies son: una de perisodáctilo, tapir Tapirus bairdii (Gill, 1865), un antilocáprido, berrendo Antilocapra americana (Ord, 1815), dos especies de bóvidos, bisonte americano Bison bison (Linnaeus, 1758) y borrego cimarrón Ovis canadensis Shaw, 1804; cinco especies de cérvidos, wapiti Cervus canadensis (Erxleben, 1777), venado temazate rojo Mazama temama (Kerr, 1792), venado temazate café Mazama pandora Merriam, 1901, venado bura Odocoileus hemionus (Rafinesque, 1817), y venado cola blanca Odocoileus virginianus (Zimmermann, 1780); y dos especies de tayúsidos, pecarí de labios blancos Tayassu pecari (Link, 1795), y pecarí de collar Pecari tajacu (Linnaeus, 1758).
Es relevante resaltar que en todo el territorio del país existía al menos una especie de ungulado [5]. Por ejemplo, en la región neártica habitan cinco especies (berrendo, bisonte, borrego cimarrón, wapiti y venado bura), en la región neotropical habitan cuatro especies (tapir, venado temazate rojo, venado temazate café, y pecarí de labios blancos); mientras que el venado cola blanca y el pecarí de collar tienen la más amplia distribución geográfica y ecológica. Sin embargo, en la actualidad han disminuido notablemente las áreas de distribución de las poblaciones incluso se han presentado erradicación de poblaciones locales. Las causas principales son la caza no controlada, aunada a la pérdida y fragmentación del hábitat [4]. Esto ha llevado a que especies como el bisonte americano y el wapiti se encuentren actualmente extintas en México [11,13], pero hay poblaciones reintroducidas. Mientras que especies como el tapir, borrego cimarrón, pecarí de labios blancos y berrendo estén consideradas como en peligro de extinción [9,10,12,18]. Respecto a los venados temazates no se cuenta con la información suficiente para saber su estatus de conservación [14,15]; mientras que los venados Odocoileus y el pecarí de collar son especies que no están en peligro y su aprovechamiento es posible bajo ciertas restricciones y dentro del esquema de UMA [17,19]. Si bien el número de estudios con estas especies se ha incrementado notablemente en los últimos años a lo largo del país, aún persisten huecos de información importantes [4,20,21].
Objetivo del número especial
En Noviembre del 2008 se organizó el Simposio sobre la Ecología y Conservación de Ungulados en México evento dentro del Congreso Mexicano de Ecología en la ciudad de Mérida, Yucatán, México. La finalidad fue reunir investigadores que están trabajando en los diferentes grupos de Ungulados en el país para tratar de obtener el conocimiento que se ha generado recientemente, y definir las problemáticas de conservación de las diferentes especies, así como las estrategias a seguir dentro de estas líneas. Durante el evento se presentaron 11 trabajos abarcando siete de las once especies de ungulados en México, además de dos trabajos donde se incluye a los cerdos asilvestrados y al ciervo rojo. Las especies abordadas fueron: tapir, borrego cimarrón, wapiti, venados temazates rojo y café, venado cola blanca, pecarí de labios blancos y pecarí de collar. Como resultado de dicho evento, en este número especial de la revista Tropical Conservation Science se presentan en extenso nueve de dichos trabajos. Estos trabajos llevados a cabo en diferentes partes del país abordan temas de actualidad y permitirán al lector interesado en la conservación y manejo, tener un panorama de como se encuentra este grupo importante de mamíferos en México.
Implicaciones para la conservación
Con base en los resultados de los estudios, las implicaciones para la conservación difieren en algunos aspectos y coinciden en otras dependiendo de la especie en cuestión. Para el caso de especies en peligro de extinción como son el tapir y el pecarí de labios blancos, Naranjo [22] y Reyna-Hurtado [23] sugieren como aspecto crucial mantener áreas de hábitat lo más extensas posible, evitar la fragmentación, aumentar la conectividad entre estas áreas, realizar planes del uso de la tierra involucrando a las comunidades humanas aledañs, e implementar acciones para reducir la cacería de estas especies. En cuanto al borrego cimarrón que es una especie vulnerable pero está permitido su aprovechamiento en casos especiales, Álvarez-Cárdenas et al. [24] enfatizan la importancia de los movimientos intermontanos de individuos en busca de áreas adecuadas para reproducción, crianza, alimentación, agua e intercambio genético, por lo que es importante mantener y restaurar aquellos elementos estructurales del hábitat que incrementen la conectividad entre poblaciones aisladas.
Respecto al venado cola blanca, Sánchez-Rojas et al. [25] enfatizan la importancia de las UMA como estrategia complementaria de conservación y uso sustentable de esta especie en áreas forestales del centro del país. Delfin-Alfonso et al. [26] proponen un modelo de evaluación del hábitat empleando sistemas de información geográfica con el fin de definir áreas de conservación, aprovechamiento y reintroducción del venado cola blanca en el centro de Veracruz. El modelo además es una propuesta metodológica para evaluar el hábitat en otras regiones del país con características similares. Por otro lado, Coronel-Arellano et al. [27] proponen utilizar el índice de vegetación normalizado como variable predictiva de la densidad de venado cola blanca en sitios de hábitat templado, y enfatizan la importancia de este procedimiento como herramienta potencial para otras áreas enfocadas a la conservación y reintroducción de grandes carnívoros, cuyas presas son los venados. En el trabajo de Mandujano y González-Zamora [28] se muestra que la mayoría de las UMA no tienen el tamaño mínimo crítico para soportar poblaciones mínimas viables (MVP) de venado cola blanca, mientras que las Reservas de Biosfera, Áreas de Protección de Recursos Naturales, y las Áreas de Protección de la Flora y Fauna, son las ANP que potencialmente pueden soportar MVP de esta especie. Sugieren un sistema de conservación a nivel regional donde se incorporen ANP y UMA suponiendo un modelo de tipo fuente-vertedero y archipiélago reserva, donde la conectividad puede tener un papel importante para el movimiento de individuos entre poblaciones.
Gallina y Escobedo-Morales [29] sugieren articular a las UMAs para preservar la biodiversidad regional y mantener la viabilidad de las poblaciones de vida silvestre. La introducción de especies exóticas, como el ciervo rojo, representa una alternativa importante a nivel productivo, sin embargo no ha contribuido a la conservación de las especies nativas, y en muchos casos puede estar representando una influencia negativa de alto riesgo. Por lo tanto, es necesario un control riguroso de estas especies exóticas y promover el aprovechamiento y conservación de la vida silvestre nativa, así como la revisión de los objetivos primarios de las UMAs con fines de conservación. Finalmente, Breceda et al. [30] presentan información sobre cerdos asilvestrados, especie exótica, y enfatizan los posibles impactos que este animal puede tener sobre especies de ungulados nativos ya que pueden ser competidores por el alimento y el espacio, y provocan modificaciones en el hábitat y procesos de regeneración de plantas endémicas. Además, constituye una amenaza potencial a la biodiversidad de la Reserva de la Biosfera que presenta una cantidad importante de endemismos, por lo que es necesario un control permanente de las poblaciones.
Especies y áreas de investigación no tratadas en este número especial
En México, el bisonte se encuentra sujeto a protección especial, y la única población silvestre se encuentra en una región que se está evaluando para ser protegida como una reserva [31]. El berrendo es una especie que se encuentra en peligro de extinción en el país, pero aún permanecen poblaciones relativamente estables en viarias localidades [32]. El venado bura como especie no está en peligro, pero se considera que algunas subespecies en México (O. h. cerrocensis, O. h. penninsulae y O. h. sheldoni) presentan problemas de conservación [16]. Esta especie ha sido abordada en estudios en Durango y Baja California [3334–35]. Los venados temazate rojo y temazate café no están clasificados como en peligro pero se considera que sus poblaciones son frágiles [14,15]. Se han estudiado en algunas localidades de Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco [3637–38]. Sin embargo, requiere de un mayor esfuerzo pues incluso a nivel de su sistemática aún no está claro su origen filogenético [3,7,8]. La otra especie no tratada en este número especial es el pecarí de collar ampliamente distribuido y aprovechado en México, y con muy pocos estudios ecológicos [39]. También se ha obtenido información colateral de esta especie en estudios con felinos [4041–42].
Algunas áreas de investigación, manejo y conservación de los ungulados en México que requieren atención en el corto plazo son:
El uso y sustentabilidad de la cacería de ungulados por algunos grupos indígenas y campesinos, en sitios con alta y baja presión de cacería [38,43].
Evaluar la efectividad del modelo UMA para conservar y aprovechar sustentablemente a los ungulados [44,45]. En particular, buscar formas de manejo de estas especies en bosques tropicales [46,47].
Estudios desde una perspectiva del paisaje incorporando la fragmentación, modelos fuente-sumidero y metapoblacionales [48,49].
Conocer el papel que tienen los ungulados como agentes estructuradores de la vegetación en hábitats tropicales y las implicaciones de su ausencia [50].
Realizar estudios genéticos y de distribución para describir y definir biogeográficamente las subespecies de venado cola blanca [51], venado bura [S. Ayala, comunicación personal] y venados temazates [3,7,8].
Conocer la relación entre crecimiento de las poblaciones humanas, la industrialización agropecuaria del campo, entre otros, y su efecto sobre las áreas de distribución de las poblaciones de ungulados y alteración del hábitat, incluyendo su efecto sinérgico como presiones que de modo directo o indirecto impactan las poblaciones de ungulados en distintas regiones del país [5253–54].
Agradecimientos
Se agradece a la Sociedad Mexicana de Ecología por permitir la organización del Simposio sobre Ecología y Conservación de Ungulados en México. También agradecemos a Alejandro Estrada editor de la revista electrónica Tropical Conservation Science por su interés y paciencia en la edición de este número especial, y a todos los revisores que amablemente corrigieran y mejoraron cada uno de los trabajos.
Literatura citada
Appendices
Apéndice 1.
Ungulados silvestres vivos presentes en el Continente Americano de acuerdo a Wilson y Reeder [2]. * Indica las especies presentes en México.